viernes, 1 de febrero de 2013

Uno se salva.

Según las estadísticas de mi blog, hace más de cinco años que no escribo nuevas entradas. Según las estadísticas de mi vida, cuando uno está en periodos felices, las ganas de escribir disminuyen en extremo. Parece que en estos años que se fueron, andaba en esa. Ocupándome de esa felicidad que se vino de pronto a sacos llenos (y que se fueron vaciando de a poco) Quizás sólo sea una idealización al estilo "Todo tiempo pasado fue mejor", pero la cosa es que me distraje hasta desaparecer. Dejé de escribir poesía, dejé de ver a mis amigos, perdí lo que mi amigo Benjamín Otero solía llamar "la chispa vital". Subí diez kilos (que bajé hace tres meses), me licencié de literata, me transformé en toda una working-class girl. Haciendo un flashback, creo que en verdad tan feliz no era, simplemente me estaba ocupando de vivir. Mientras estaba adentro, no me parecía tan malo. Me involucré en un proyecto de vida que al final me consumió y del que por comodidad no hubiera salido por cuenta propia. Después de haber repasado mil millones de veces eso en mi cabeza, me di cuenta de que en verdad el universo me está dando la oportunidad de recuperar esa chispa que tenía antes de cumplir veinte, o más bien, antes de acostumbrarme a tener una vida de mierda. Gran parte de esta iluminación se la debo a que A. decidiera que ya no era feliz conmigo. Aunque debo decir que sentí rabia, porque yo de mucho antes sabía que no era feliz con él, pero nunca me atreví a dar el paso final. Prefería ser una infeliz cómoda que empezar de cero. Es increíble lo terrible que es fracasar en algo a lo que le apostaste todas tus fichas, sobre todo cuando a pesar de que sabías que igual ibas a perder, tenías guardada la pequeña ilusión de que las cosas al final se iban a arreglar. Me he sentido como un personaje de La insoportable levedad del ser, como un perro abandonado bajo la lluvia en pleno invierno o como un huevo frito al que se le rompe la yema mientras lo estás cocinando. Pero aquí estamos, dándonos cuenta de que no era tan terrible deshacer el rompecabezas y empezarlo otra vez. Hay que aprender a estar solo. A ser solo. De eso nunca más me voy a olvidar.

3 comentarios:

pep dijo...

berni vivir es vivir, hay momentos fomes, y hay momentos buenos, y toca vivir las dos partes. ahora carretiemos, que después no vamos a poder. porfa carretiemos, me tiene chata la pega

Nicole dijo...

Que chora tu columna me gusto, sigue escribiendo mas que me entretengo ene leyendo estas cosas.
Besos

Jesusísima dijo...

Qué buena onda que vuelvas a escribir. Estoy tan de acuerdo con todo! Hay que saber ser solo, pero no sólo para estar preparado para cuando un proyecto se desmorone, sino también para tener algo que aportar al proyecto y volver a creer en la felicidad compartida, esa en la que se puede aportar con poesía en lugar de dejarla (igual yo siempre escribo mejor cuando estoy MAL, supongo que a todos nos pasa)